Nero d’Avola y los vinos de Sicilia

Por
Ricardo Wilches, PhD.
Cofundador y Director de Desarrollo VINICULTURA
Hace casi 2.800 años los griegos colonizaron las tierras del sur de
Italia, que incluyen, entre otras regiones, a Apulia (el tacón de la bota),
Basilicata, Calabria (la punta de la bota) y la isla de Sicilia. Toda esta
área llego a ser conocida como la Magna Grecia (la gran Grecia; Fig.
1) y en ella los aspectos de la cultura griega florecieron. Tanto así
que uno de los más famosos e influyentes matemáticos, físicos e
inventores de la antigüedad era un griego siciliano: Arquímedes,
quién nació y vivió en el puerto de Siracusa en siglo III a.C. El cultivo
de la vid y la producción de vino, ya existentes desde milenios atrás,
también florecieron gracias a los colonizadores griegos [1, 2].
Fig. 1. Áreas del sur de Italia colonizadas por los griegos, alrededor del año
800 a.C., que se conocen como la Magna Grecia (Gran Grecia).
Fig. 1. Áreas del sur de Italia colonizadas por los griegos, alrededor del año 800 a.C., que se conocen como la Magna Grecia (Gran Grecia).
Los griegos llevaron a Sicilia el conocimiento y la tecnología para
cultivar la vid y vinificar sus uvas, portando consigo algunos de sus
tipos de uvas. Para su sorpresa, en la generosa tierra siciliana
encontraron una multitud de vides salvajes y vigorosas que fueron
domesticadas y que son el ancestro de las actuales variedades
autóctonas sicilianas. Esta combinación de vides propias y la
habilidad de los colonizadores para trabajar con ellas fue la receta
para que durante los periodos helénico —o sea griego— y romano de
Sicilia, sus vinos fueran considerados como unos de la más alta
calidad en el mediterráneo del mundo antiguo [1].

No obstante, estas mismas tierras generosas de Sicilia y sus buenos
vinos se convirtieron en una amenaza. A partir del periodo romano
la isla jamás volvió a ser autónoma, y pasó a ser un territorio del
imperio de turno; por ejemplo, entre los siglos XVI y XIX Sicilia fue un
virreinato del imperio español. La isla fue usada como fuente de
trigo, vino, aceite y frutas para otros [1]. A fuerza de explotación y
poca innovación, Sicilia y sus vinos cayeron en un letargo, con
fugaces momentos de lucidez, en los casi quince siglos que
siguieron a la caída de Roma.

En los siglos XIX y XX, el vino siciliano experimentó momentos
paralelos de protagonismo y sumisión. Por un lado, la producción y
exportación de vinos de Marsala y Mascali a Europa del norte y Norte
América revivió por un tiempo el antiguo nombre de la isla y sus
vinos y, en contraste, el uso del vino siciliano para ensamblajes con
vinos del norte de Italia, contribuyendo solo a la reputación de los
segundos, mantuvo a Sicilia y a sus uvas en la sombra. Pero el
emprendimiento y la innovación hacen parte del suelo y del espíritu
de Sicilia y estos empezaron a despertarse desde finales del siglo XX
hasta nuestros días. El trabajo se centró en reconocer y desarrollar
el potencial de las uvas propias de Sicilia y luego dejar que el terroir
hablara en el vino [1].

Las uvas de Sicilia: el curioso caso de Calabrese

El repertorio de variedades de la vid autóctonas de Sicilia es, en gran
parte, lo que ha hecho a sus vinos especiales y es el punto de partida
para la reivindicación de la isla en actual mundo del vino. Muchas de
estas variedades sicilianas son el resultado de la domesticación de
vides salvajes existentes en la isla desde tiempos prehistóricos o
vienen de cruces naturales o artificiales con variedades muy
antiguas del mediterráneo, por ejemplo, plantas del grupo Moscatel
han sido identificadas como progenitoras de varias uvas sicilianas
[2,3].

En especial hay una uva tinta que ha sido protagonista en el
renacimiento de la reputación del vino siciliano y, curiosamente, su
origen está rodeado de misterio. La uva se conoce con el nombre de
Nero d’Avola (Fig. 2). Esto significa la uva negra de Ávola. Ávola es
un pueblo en la costa oriental de Sicilia. Lo curioso es que el nombre
oficial de esta variedad no es Nero d’Avola, sino Calabrese. ¿Por qué
Calabrese? El nombre Calabrese significa “que viene de” Calabria, la
parte de la bota itálica que esta frente a Sicilia (Fig. 3).

Fig. 2. Racimo de uvas de la variedad Calabrese (Nero d’Avola)
Foto: Azienda Agricola Biologica Di Giovanna.
Fig. 2. Racimo de uvas de la variedad Calabrese (Nero d’Avola) Foto: Azienda Agricola Biologica Di Giovanna.
Si la uva se llama Calabrese, esto sugeriría que la variedad no se
originó en Sicilia. Existen hipótesis que sostienen que esta uva viene
de Calabria, sin embrago las pruebas de ADN de la variedad hechas
recientemente no revelan parentesco con las uvas propiamente de
Calabria [3].

Lo más probable es que Calabrese, o sea Nero d’Avola, si sea
siciliana. Las descripciones del botánico Cupani [3], en el siglo XVII,
de las vides sicilianas indican que si es una variedad muy antigua
cultivada en la parte oriental de la isla desde tiempos ancestrales. El
enigma del nombre Calabrese se resuelve al mirar otro nombre
todavía más antiguo de esta variedad: “Calaurisi”. Con un poco de
imaginación se puede ver que con el tiempo la palabra Calaurisi se
haya transformado en Calabrese, creando la sugerencia de origen
calabrés de la que ya hablé.

Fig. 3. Los lugares de Sicilia mencionados en esta entrada.
Fig. 3. Los lugares de Sicilia mencionados en esta entrada.
Pero, entonces, ¿qué tiene que ver la palabra Calaurisi con Nero
d’Avola? En 1966 algunos estudiosos sugirieron que Calaurisi se
deriva de una palabra en un antiguo dialecto siciliano: “calaulisi”, que
se significa “uva de Avola” [2,3]. Esto ayuda a explicar por qué el
centro de expansión del cultivo de la variedad fue el oriente de la isla,
alrededor de la localidad de Ávola (Fig. 3).

Para seguir atando cabos, el cambio de “uva” de Ávola a “nero”
d’Avola puede explicarse por la costumbre italiana de llamar a las
uvas tintas como Nero, Nerello o con otras palabras que hacen
referencia al color negro, por ejemplo, bruno o brunello (brunello es
uno de los nombres de la uva Sangiovese). Pinot Noir en italiano es
Pinot Nero y el nombre de la uva tinta austriaca Blaufränkisch, en
algunas partes de Italia es traducido como Franconia Nera.

Las tres etapas de la transformación actual del vino siciliano

La historia reciente de los vinos de Sicilia está ligada a Calabrese, o sea
Nero d’Avola. En muchos aspectos la uva ha sido la protagonista de
la reivindicación del vino siciliano; aunque yo la veo más como un
instrumento de este cambio. Este reposicionamiento del vino
siciliano en el que Nero d’Avola ha estado involucrada ha pasado por
etapas de utilización de la uva, en las que sus múltiples
características enológicas se han resaltado.

La primera etapa consistió en el aprovechamiento de los vinos tintos
de Nero d’Avola, y de otras tintas sicilianas, para dar color e
intensidad de sabor a vinos hechos en el norte de Italia y otras zonas
de Europa. Esto ocurrió en el siglo XIX y parte del XX. Casi todo el
vino siciliano que salía de la isla era en volumen y para ello se produjo
gran cantidad de uvas a costa de su calidad. Esta practica solo
reafirmó la generosidad de la tierra siciliana. Incluso se pensó que
para aprovechar esa generosidad se podrían cultivar y vinificar uvas
del norte de Italia —por ejemplo, las piamontesas Barbera y
Nebbiolo— en Sicilia misma. Los experimentos que se hicieron
dieron —como era de esperarse— resultados poco alentadores. La
conclusión desde el punto de vista de la industria vitivinícola italiana
de la época fue, sigamos apoyándonos el vino de grandes
volúmenes de Sicilia y basta [1].

La segunda etapa comenzó en el último cuarto del siglo XX. Para
esta época la idea de producir y exportar vino en gran volumen no
era atractiva para jóvenes y emprendedores viticultores sicilianos,
ellos reconocieron la posibilidad de éxito haciendo vinos de calidad
con uvas internacionales como Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y
Chardonnay. Estas variedades comenzaron a ser plantadas en la isla
y a ser vinificadas con atención. En la mayoría de los casos los
estilos de estos vinos buscaron lograr el perfil de moda de la época
con fruta opulenta matizada con notas cremosas de roble y muchos
casos los vinos fueron exitosos. Gracias a ello Sicilia comenzó a
brillar con luz propia [1,4].

Fig. 4. Viñedos de la variedad tinta Nerello Mascalese en las montañas
Sicanas, Contessa Entelina. en el occidente de Sicilia.
Fig. 4. Viñedos de la variedad tinta Nerello Mascalese en las montañas Sicanas, Contessa Entelina. en el occidente de Sicilia.
Esto no quiere decir que se hubiera dejado a un lado el trabajo con
Nero d’Avola y otras uvas autóctonas sicilianas. Estas siguieron
siendo parte de los vinos y su vinificación se hizo según la moda.
Aunque hubo vinos satisfactorios, poco a poco los viticultores y
enólogos empezaron a entender que este estilo de vinificación no
siempre hacía que las uvas autóctonas expresaran su carácter ni se
dejaba sentir la huella del suelo siciliano. Esta percepción marcó el
propósito de la etapa siguiente.

La tercera etapa comenzó en siglo XXI y es el resultado tanto de la
confianza ganada con la experiencia del cultivo y vinificación de uvas
internacionales como del propósito de trabajar con uvas autóctonas.
En este momento los viticultores y enólogos ya buscaron vinos que
mostraran el verdadero espíritu de Nero d’Avola según el terroir (Fig.
4).

Sicilia es una isla, pero varía en sus suelos y microclimas. El oriente
de la isla está dominado por el volcán Etna con suelos volcánicos y
gradientes de altura, en el sur-oriente, —zona de Siracusa y Ávola—
el suelo es volcánico y de limos con poca elevación e influencia
marítima y en el occidente de la isla, hay un juego de montañas,
valles y línea costera con microclimas variados. Por ejemplo, en los
montes Sicanos (Fig. 3) el suelo es de piedra caliza —rica en
carbonato de calcio— que viene de los corales y conchas de
moluscos marinos prehistóricos. La altura también forma
gradientes climáticos. En cada una de estas zonas las vides reciben
el aporte particular del suelo y las uvas los expresarán de forma
diferente.

Nero d’Avola ha sido la uva pionera de la experimentación con
distintos terroirs y estilos de vino dentro de Sicilia en los últimos 20
años. Desde su zona original en el sur-oriente de la isla se expandió
a las demás provincias. Poco a poco se han comenzado a ver y
apreciar vinos de Nero d’Avola con fruta menos opulenta, con rastros
florales y espaciados y, sobretodo, que reflejan la composición del
suelo [4].
Nero d’Avola no ha acaparado toda la atención en esta tercera etapa,
ella ha allanado el camino a otras uvas autóctonas las tintas Nerello
Mascalese y Frappato y la blanca Grillo. Estas uvas sicilianas están
siendo cultivadas actualmente en varias zonas de la isla y han
comenzando a revelar su valor enológico. Les contaré sobre ellas en
próximas entradas.

Epílogo

Las tres etapas de redescubrimiento de los vinos de Sicilia coexisten
actualmente en la isla y eso se ve reflejado en los múltiples estilos
de vino que salen de la isla. La experimentación y la producción de
vinos no convencionales es un riesgo que pocas bodegas sicilianas
toman. Cada una tiene su mercado objetivo y en consecuencia hace
vinos para estos mercados. Desde de 2019 somos importadores de
los vinos la bodega y viñedos orgánicos —65 hectáreas— de la
familia Di Giovanna, localizada al occidente de Sicilia sobre las
montañas Sicanas en la localidad de Sambuca (Fig. 3, 4 y 5). Su
modo de trabajo orgánico ligado a su repertorio de uvas en
producción y vinificación revelan una bodega que tiene muy poco de
la segunda etapa y que se acerca más a la vanguardia de la tercera.
Fig. 5. Los hermanos Klaus y Günther Di Giovanna, en el viñedo de la uva
Grillo en las laderas del Monte Genaurdo, Montañas Sicanas. Sambuca de
Sicilia. Foto: Azienda Agricola Biologica Di Giovanna.
Fig. 5. Los hermanos Klaus y Günther Di Giovanna, en el viñedo de la uva Grillo en las laderas del Monte Genaurdo, Montañas Sicanas. Sambuca de Sicilia. Foto: Azienda Agricola Biologica Di Giovanna.
Los vinos tintos de Di Giovanna son en su mayoría de la uva Nero
d’Avola y algunos incluyen un poco de las variedades internacionales
como Syrah o Merlot. Sus vinos blancos giran en torno a la uva
autóctona Grillo y paulatinamente dejan de incluir a Chardonnay. Los
Di Giovanna han sido pioneros del trabajo con la uva tinta Nerello
Mascalese en el occidente de Sicilia y algunos los han sido criticado
por eso. Fue su abuelo quien llevó de la zona del volcán Etna, al otro
extremo de la isla, a Sambuca los primeros esquejes de Nerello
Mascalese. La actual generación de los Di Giovanna (Fig. 5) le apostó
al trabajo con Nerelllo Mascalese y ha comenzado a entender cómo
esta uva se expresa en estos suelos siendo vinificada de formas
distintas; su dedicación está dando frutos.

En cada nueva añada de los vinos de los Di Giovanna vemos como
estos van reflejando más y más su terroir. Nos entusiasma trabajar
con bodega como Di Giovanna, porque no es estática y porque poco
a poco va aportando a la nueva identidad de los vinos de la generosa
tierra siciliana.

Fuentes citadas

[1] Nesto B. & Di Savino F. The World of Sicilian Wine.
University of California Press. 2013.
ISBN: 9780520266186

[2] D’Agata I. Italy's Native Wine Grape Terroirs. Nero d’Avola (Calabrese).
University of California Press. 2019.
DOI: doi.org/10.1525/9780520964778-034

[3] Carimi F, Mercati F, De Michele R. et al. Intra-varietal genetic diversity of
the grapevine (Vitis viniferaL.) cultivar ‘Nero d’Avola’ as revealed by
microsatellite markers. Genet Resour Crop Evol. 2011. 58, 967
DOI: doi.org/10.1007/s10722-011-9731-4

[4] Asimov E. Peaks and Valleys of Nero d’Avola. Wines of The Times. The
New York Times. Enero 8. 2015
www.nytimes.com/2015/01/14/dining/wine-review-nero-d-avola.html

Conoce acerca de nuestros vinos con la uva Nero d'Avola y de la bodega Di Giovanna

Los hermanos Di Giovanna y su trabajo con las uvas de Sicilia en el occidente de la isla (italiano, subtítulos en inglés)

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