Vino orgánico, natural y naranja: III Vino naranja

Por
Ricardo Wilches, Cofundador y Director de Desarrollo VINICULTURA
Las uvas normalmente usadas para hacer vino blanco no son
blancas. Al madurar, algunas de estas uvas toman colores
que van desde el amarillo pasando a tonos ámbar, grises,
rosados, rojos e incluso variantes del violeta (Fig. 1). El color
final depende de la variedad de la uva y está determinado
genéticamente, aunque el ambiente también modula ese
color. ¿Si hay variación en los colores de las pieles, por qué se
llaman uvas blancas (o para vino blanco)? La razón es que de
estas uvas solo se usa su pulpa para hacer un vino blanco,
esta es neutra en color, y la piel se desecha o se usa muy
poco en la vinificación.

¿Qué pasa si al hacer un vino con uvas blancas, se dejaran las
pieles junto con las pulpas, como en el caso de los vinos
tintos? El resultado no sería un vino tinto, pero si un vino con
colores que reflejan el color de las uvas maduras con las que
fue hecho (Fig. 1). El color puede ser amarillo intenso, ámbar,
e ir del anaranjado pálido al anaranjado casi rojo. Los vinos
que resultan del contacto prolongando con pieles de uvas para
vino blanco, son vinos naranjas. El término es un descriptor
conveniente mas no preciso. Lo mismo pasa con “blanco”
para los vinos blancos; ningún vino blanco es realmente de
color blanco.

El vino naranja nace en la bodega, gracias a la intención de
dejar las pieles de las uvas blancas en largo contacto con el
mosto: durante la fermentación y/o durante la maduración
del vino. Así, los pigmentos de las pieles pasan al mosto tanto
como lo deseé quien hace el vino. No solo los pigmentos
pasan al mosto, también otras sustancias de las pieles
llamadas taninos, que son los que dan al vino su
característico amargor, harán parte del vino. En ese sentido
un vino naranja puede ser definido como un vino de uvas
blancas hecho como si fuera un vino tinto.

Fig. 1. El origen del color en un vino naranja. Las pieles de las uvas blancas varían en color y entregan un tono correspondiente al vino. El color intermedio es el naranja y los tonos van de amarillo a casi rojo. | Fotos de los racimos AWMB.
Fig. 1. El origen del color en un vino naranja. Las pieles de las uvas blancas varían en color y entregan un tono correspondiente al vino. El color intermedio es el naranja y los tonos van de amarillo a casi rojo. | Fotos de los racimos AWMB.

Un término nuevo para una forma ancestral de hacer vino

El término vino naranja es del siglo XXI, pero la idea es tan
antigua como el vino mismo. Según el experto en vinos
naranja, Simon Woolf, el importador británico David A. Harvey
fue quien en 2004 comenzó a emplear el término “orange
wine” (vino naranja) para los vinos con contacto prolongado
(días, semanas, incluso meses) con los hollejos [1]. Quizás el
término se estableció porque ayuda a categorizar los vinos
siguiendo la costumbre de usar colores.

La práctica de dejar las pieles de las uvas blancas durante y
después de la fermentación del mosto ya estaba
documentada siglos atrás. La mención de esta técnica de
vinificación se halla en un tratado de viticultura y vinificación
en el valle del río Vipava (en la actual Eslovenia) escrito por el
sacerdote Matija Vertocec alrededor de la primera mitad del
siglo XIX [1]. En esta zona del antiguo imperio austrohúngaro,
que actualmente está entre Friuli (en Italia) y Eslovenia, tanto
vinos tintos como “blancos” nacían del contacto prolongado
con los hollejos. No es coincidencia que esta tradicional
forma de hacer vino nutra el trabajo del viticultor y hacedor de
vinos, Joško Gravner con las variedades autóctonas friulano-
eslovenas, como la Ribolla Gialla.

Los vinos de contacto con las pieles tienen una historia
todavía más larga. En la república de Georgia (en el Cáucaso)
se mantiene la tradición de aproximadamente 8.000 años de
hacer vinos sin separar el vino de los hollejos por periodos de
hasta 9 meses en recipientes de terracota similares a ánforas
(llamados Qvervi) enterradas en suelo (similar a lo que se ve
en la fig. 2). Si se usan uvas blancas, sin duda resultaban en
vinos naranja. Además, aquí puede verse una alusión a la
mínima intervención en la hechura del vino (ver blog anterior
sobre los vinos naturales). ¿Es válido decir que un vino
naranja es también un vino natural? La respuesta es “no
siempre”.

Fig. 2. Uvas enteras de la variedad austriaca Grüner Veltliner fermentándose en ánforas enterradas. La fermentación en presencia de las pieles da un intenso color amarillo al vino y se intensifica dando un tono casi naranja. La turbidez del vino se mantiene. | Fotos Weingut Fred Loimer (atribuibles a Manfred Gröbl).
Fig. 2. Uvas enteras de la variedad austriaca Grüner Veltliner fermentándose en ánforas enterradas. La fermentación en presencia de las pieles da un intenso color amarillo al vino y se intensifica dando un tono casi naranja. La turbidez del vino se mantiene. | Fotos Weingut Fred Loimer (atribuibles a Manfred Gröbl).

Un vino naranja y un vino natural no son lo mismo

Varias veces cuando se habla de vino natural algunos
consumidores piensan que es lo mismo que un vino naranja.
Vino natural y vino naranja son dos conceptos separados. De
todos modos, hay vinos que pueden ser naturales y naranja al
mismo tiempo. Eso depende de la filosofía del viñedo/bodega
y de sus prácticas.

Si en la bodega trabajan con uvas de viñedos orgánicos, y no
usan métodos de vinificación que cambien el perfil de vino
que esas uvas pueden dar: usando levaduras autóctonas (o
sea las que ya están sobre las pieles de las uvas), sin corregir
variables químicas del vino, sin clarificar o filtrar al vino antes
de embotellarlo y añadiendo solo un mínimo de sulfitos, lo
más probable es que resulten haciendo un vino natural.
Además, si hicieron todo esto con uvas blancas y permitieron
que las pieles de estas estuvieran en contacto con el mosto
durante toda la fermentación y la maduración de vino, seguro
resultaron con un vino natural y naranja a la vez.

Hay otros caminos para hacer un vino naranja. Por ejemplo,
partiendo de uvas blancas cosechadas de viñedos orgánicos
o de agricultura convencional, y dejando las pieles durante la
fermentación o por un tiempo prologando y luego, quizás,
hacer los tratamientos para vinos convencionales. El
contacto prolongado con las pieles fue determinante y el vino
no va dejar de tener las sustancias que le dieron color y
taninos. Será un vino naranja, aunque no natural. Esta es la
razón por la cual no todos los vinos naranjas son
automáticamente vinos naturales.

Fig. 3. Vino naranja y natural hecho con la variedad blanca austriaca, Grüner Veltliner. Productor Weingut Fred Loimer. | Foto Weingut Fred Loimer (atribuible a Manfred Gröbl).
Fig. 3. Vino naranja y natural hecho con la variedad blanca austriaca, Grüner Veltliner. Productor Weingut Fred Loimer. | Foto Weingut Fred Loimer (atribuible a Manfred Gröbl).
Un vino naranja permite experimentar la dimensión poco
explorada de las variedades blancas, sus taninos y demás
sustancias de las pieles, que dan textura y estructura al vino.
Por esa sola razón es importante que los vinófilos se
acerquen a estos vinos, sin prejuicios y con la motivación de
conocer y dejarse sorprender. Ese juego entre el perfil de
aromas y sabores ofrecido por las pulpas de las uvas blancas
y matizadas por el de sus pieles hace pensar en frutas con las
que muchos de nosotros estamos familiarizados en países
del trópico como Colombia y que no hubiésemos asociado
con el vino. Los vinos naranjas, y si son a la vez naturales,
invitan a ver a la vid y a sus frutos como un espejo donde, por
esencia, se pueden reflejar los frutos de las especies de
plantas mas inesperadas.

Fuentes citadas

1. Simon J. Woolf. What’s in a Name? Defining Orange and
Natural Wine. Austrianwine.
https://www.austrianwine.com/kommentarorangenaturalraw

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